viernes, noviembre 20, 2009

AMOR ETERNO (II)

El Amor Eterno, como tal, no puede dejar de existir, no deja de existir. Si no se cultiva, se pierde. Hay personas que no son conscientes de su existencia, es algo que totalmente desconocen, por ello, nunca podrán cultivarlo. Sin embargo, cuando desaparece, si de dan cuenta de que falta.

Necesita de un hábitat y unos cuidados, tanto para existir, como para florecer.

A veces, en algún momento, desaparece, sentimos su falta, apegados a él, creemos que ha dejado de existir. Ha dejado de existir sí, pero no en nosotros, que lo tenemos, que lo seguimos buscando; lo que ocurre es que la persona que presentíamos que lo tenía, en quien creíamos que existía, ya no lo tiene.

El amor eterno es una especie de sueño permanente e inmutable que nos acompaña noche y día, que siempre sentimos, que no nos olvida, que nos hace vivir, que es la propia vida.

Los milagros existen, muy pocos, pero existen; en contraposición a las desgracias, que son muchas y ocurren a todas horas; y por ello puede ocurrir -así acontece en algunos casos- que en la edad madura sientas, vivas la niñez, la dulzura, el amor, la ternura, el cariño, esa adolescencia ciega que ahora es nítida, el deseo, la fuerza que se presiente en el mar en calma, que en su interior lleva un volcán y el ímpetu de la tempestad.

Hay que cultivar, cultivar, cultivar sin desfallecer; si bajas la guardia, desaparece o te lo quitarán... Es lo mismo, igual que un huerto en medio de la selva virgen, muy fértil -consecuencia de la buena tierra, del agua y del calor-; si constantemente no lo cuidas, la selva de nuevo, se lo engullirá, y sin luz, no podrá existir.

¡Oh...! ¡El amanecer!, nueva luz, la misma luz; la vida, la misma vida...

(Continuará...)

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