lunes, noviembre 30, 2009

FLORIANO DE PÁRAMO

Floriano de Páramo bajo al Corpus de Orense, y en compañía de su cuñado Eusebio, entró en un teatro ambulante a ver bailar a una que se decía ser sobrina de La Bella Otero, a un alambrista italiano y al Profesor Magnum, hipnotizador de los Reyes de Inglaterra. Así rezaban los carteles. La sobrina de La Bella Otero era una pequeña gordita y movediza, que cantaba El Relicario, echaba besos a la concurrencia, y bailaba francés, levantando la pierna, que la tenía muy fina, a la altura de la cabeza, dejando ver una bragas negras. El alambrista era un tipo escuálido, y lo de más mérito que hacía era servirse un vaso de vino en el alambre, y después fingirse borracho; parecía que iba a dar con sus huesos en el suelo, pero no llegaba a caer. Apareció , al fin, el hipnotizador de los Reyes de Inglaterra, un caballero alto, bien puesto, de barba rubia, y muchas medallas en el pecho. Floriano Páramo estaba sentado en primer fila con su cuñado. El profesor Magnum hizo juegos con una baraja, se sacó dos palomas de los faldones del frac, y al final pasó al hipnotismo científico, para lo cual necesitaba un sujeto que, saliendo de entre el público, se prestase a ello. Floriano Páramo estaba en primera fila, mirando tanto al profesor laureado como a su secretaria, una rubia con traje de cola, muy escotada, que ya de entrada le echó unas miradas seductoras a Floriano, el cual se quitó la boina y se alisó el pelo. Y estando en este timoteo con la rubia, sin darse cuenta se encontró de pie en el escenario, dispuesto a ser hipnotizado por el Profesor Magnum. La rubia le dijo:
-Soyez-vous très gentil! ¡Te llamas Floriano!
Floriano quedó boquiabierto de que aquella francesa supiese su nombre. El profesor le dio unos golpes en las orejas, le pasó un paño negro por delante del rostro y Floriano quedó hipnotizado. Lo que pasó a continuación lo sabía por su cuñado Eusebio. A las preguntas del profesor Magnum contó su vida, anduvo a gatas por el escenario imitando un gato con maullidos y todo, imitó en el baile a la sobrina de La Bella Otero, y finalmente pasó lo que dejó avergonzado a Floriano para el resto de su vida. La secretaria trajo una bacenilla de porcelana blanca, y Floriano obedeciendo a las órdenes que de pensamiento le mandaba el profesor Magnum, comenzó a bajarse los pantalones y los calzoncillos, disponiéndose a sentarse en la bacenilla y hacer de cuerpo. Cuando ya mismo iba a bajar los calzoncillos, el profesor Magnum suspendió el experimento, y despertó a Floriano, quien se encontró en el escenario con los pantalones desabrochados ya caídos. El público reía a reventar. La rubia le dio un beso en la mejilla y dijo:

-Très bien!
Floriano se subió los pantalones , y se retiró avergonzado, entre las risas y los silbidos del público, sin aguardar a ver cómo el profesor Magnum hipnotizaba a un clarinete de la banda de música del Puente. La vergüenza de Floriano fue tan grande, que tardó once años en volver a bajar a Orense, de miedo a ser reconocido. Su cuñado Eusebio le decía:

-Non debía importarche, porque estabas mui natural!

¡Como no...! DON ÁLVARO CUNQUEIRO.

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