Burlarse de lo pasado, gozar de lo presente y alucinar a todo el mundo con la esperanza de un bello porvenir: he aquí la fórmula más cabal que se encontrará jamás para evitarse disgustos y salir airoso de todo linaje de compromisos. ¿Y si el porvenir no corresponde a los pronósticos?, objetarán algunos escrupulosos. Medrados estamos si hemos de darnos pena por lo que sucederá: el negocio consiente largas, el plazo que tomamos no es breve, y para no aventurar nada lo dejamos indefinido; siempre podremos solicitar una nueva dilación y, si alguien de nosotros hasta se adelanta a fijar tiempo, no tengáis cuidado, que no deber de ser tan olvidadizo que no recuerde aquello de:
No temáis, señor mío,
Respondió el charlatán, pues yo me río,
En diez años de plazo que tenemos,
El Rey, el asno o yo, ¿no moriremos?
¿Será también, POLÍTICA DEL PORVENIR?.
CITA: Cartas a un escéptico en materia de Religión. JAIME BALMES.