El amor eterno se encuentra en
cualquier persona, en cualquier tiempo,
en cualquier lugar.
Si se halla en conjunción de dos personas
y perdura, ambas lo tienen;
si se dispersan, solo subsiste en una.
Perdura siempre y es inmutable
aún en la diversidad.
Nada lo detiene, penetra en todo.
Ante el enemigo levanta una barrera invisible,
un espejo en el que,
el enemigo solo se ve a sí mismo,
no puede ir más allá
solo hasta su propia imagen;
su propio reflejo oculta
a ese amor eterno al que muchos persiguen
bajo el disfraz de amor,
siendo su ánimo, la destrucción.
La gran mayoría, las muchedumbres, no lo ven;
para otros resulta inalcanzable y,
en su sufrimiento solo buscan
borrarlo, eliminarlo de su mente
y del alcance de los demás.
Algunas personas lo poseen y,
nos hacen disfrutar de él.