Como regresó de Cuba con un panamá, reloj con cadena de oro, anteojos para leer el periódico y hablando castellano comenzaron a darle el don, don Vitorio de Lence. Tendría sus cuarenta y cinco años, más de mediana estatura, el pelo arrubiado y rizo, y era muy amable conversador. Empezó a dar consejos a los vecinos enfermos los cuales sanaban si atendían a sus instruccciones. Don Vitorio de Lence aseguraba que en Santiago de Cuba había aprendido ciencia médica con un sabio negro.
- Aquí levantan la paletilla -decía-, pero en Cuba levantan el aliento.
Don Vitorio de Lence levantaba el aliento a sus vecinos enfermos, y también acertaba con las vacas y los cerdos. No cobraba nada, acudía siempre que lo llamaban, y era muy apreciado. Un día lo llamaron para que viese al sacristán de Pol, que tenía un cólico. Don Vitorio Lence le tomó el pulso y le dijo:
- Estás mal, pero yo puede curarte, que tengo fuerza medicinal para ello, pero para pasártela, tengo que ponerme desnudo y tú también.
Don Vitorio Lence se desnudó y se puso a los pies de la cama del sacristán, haciendo con las manos pases en el aire. Terminada la sesión, recetó una infusión de flor de tojo. Al sacristán le paso el cólico, y nunca más volvió a tener otro. El caso fue muy comentado. Hubo muchos enfermos a los que don Vitorio Lence curó desnudándose ante ellos para que de su cuerpo saliesen con facilidad las virtudes curativas. Muy respetuoso, antes de desnudarse pedía a las señoras que cerrasen los ojos. A veces explicaba que si hubiese la instalación adecuada, que podía probar que tenía en su cuerpo corriente eléctrica suficiente para encender una bombilla de cuarenta.
- ¡Ya está Usted curada!
Lo que estaba era mejorada, pero de vez en cuando le venían los dolores y unos sofocos, y había que llamar de nuevo a don Vitorio Lence. Un día don Vitorio les dijo a las hermanas:
- Para una CURACIÓN COMPLETA, no hay más solución que el CUERPO a CUERPO. Y como se trata de una señorita muy decente, no tengo inconveniente en sacrificarme y pasar al matrimonio.
Y como la salud es los más importante de esta vida, doña Delia se casó con don Vitorio, y con el matrimonio curó del todo. Por pedido de su mujer, Don Vitorio se retiró de la medicina de señoras, y últimamente se dedicaba al ganado lo que no le obligaba a desnudarse.
(DON ÁLVARO CUNQUEIRO...)