Desde hace algún tiempo vengo en observar a las personas mayores que se encuentran bien.A muchos conocidos suelo preguntarles, para sorpresa de ellos, que es lo que hay que hacer para llegar a mayor y encontrarse bien. Las respuestas son de lo más variado que puede uno imaginarse. Hoy, recuerdo la de un señor -en otro tiempo fuimos vecinos- que alzando los brazos me dijo: ¡Bueno!, lo primero, ¡hay que tener suerte!. Continúo con el mismo tema aunque pueda no parecerlo.
Existe en el momento actual, una gran cantidad de personas enfermas, no voy a entrar en detalles que pudieran herir sensibilidades; en el supuesto, cada día más frecuente, de que de un momento para otro a una persona próxima puedan diagnosticarle un "cáncer", las reacciones de esa persona y también de su entorno, puede, y de hecho le llevan a acumular multitud de diagnósticos y de tratamientos.
Recuerdo una conversación con un Jefe de una Unidad de Reanimación: la segunda opinión crea duda; la tercera mata.
Gran parte de los directamente afectados y sus próximos -que no prójimo- quieren obtener la certeza -por otra parte, imposible- de saber lo que tienen y, un porcentaje exacto de sus probabilidades en la operación y postoperatorio. Los hay incluso que van a morir a Houston -Tejas, USA-. Como dicen o decían algunos toreros al salir al ruedo en tarde de Corrida: "Que Dios reparta suerte..."